domingo, 2 de marzo de 2014

"El per què de tot plegat"



Durante todo el viaje, nuestra ruta se ha ido dibujando día a día. Cuando salimos no sabíamos muy bien por dónde pasaríamos. Solo había tres premisas claras: huir del frío, estar en los paises Nórdicos a finales de julio y cerca de Grecia en diciembre. Lo que pasaría después de navidad ya se vería. La primera premisa la hemos cumplido. Se podría decir que hemos hecho un viaje de primavera-otoño-primavera. Sólo hemos pasado calor exagerado tres o cuatro días y frío considerable una semana más o menos. La segunda premisa nos la tuvimos que saltar por cuestiones de tiempo, pero también, y quizás sea la principal razón, por motivos económicos. Y la tercera, casi la cumplimos. No fue Grecia, sino Turquía, y también por motivos económicos.
Y es que han sido varios los factores que nos han ido haciendo girar el timón hacia aquí o hacia allá. Una visita, un "me haría ilusión", un frente lluvioso, un "mira tú, si tal sitio está aquí al lado", un mal rollito, un buen rollito...
Cuando pasó la Navidad, como suponíamos, ya teníamos clara hacia dónde seguiría la ruta. Nos íbamos a Marruecos, el país de Nasreddin, un cuento del Teo. Europa en enero y febrero nos resultaban aun frías. La ruta más cálida, bordeando el mar, ya la habíamos hecho hacía pocos años. En Marruecos en cambio empezaría a eclosionar la primavera. Después de haber estado en Turquía teníamos la sensación de que no nos resultaría extraño vivir por ahí un mesecillo. Y es que además a los dos nos encanta.
Teníamos que cruzar Grecia lo más rápido posible, costear Italia por el oeste, parar en Roma a reponer fuerzas y seguir hasta Livorno o Génova para coger el ferry que en cuatro días nos llevaba hasta Tánger. Estaba clarísimo. Después de Marruecos, según el tiempo que nos quedara, subíríamos hasta Catalunya por Andalucia o dando una vueltecita por Portugal.

Cruzamos Grecia en 4 días, pasamos a Italia por mar, y entonces, un nuevo imprevisto hace tambalear los planes. Era el imprevisto más imprevisto que pudiéramos imaginar. Vamos, una invasión de extraterrestres hubiera sido más creible para nosotros que esto.

Cuando volvimos de Barcelona yo volví a recaer en esa gripe que había tenido en navidades. Era como un virus estomacal de estos, con mal cuerpo, inapetencia... Pero esta vez era más rara, porque además tenía salivera todo el rato, y me daban asco algunas comidas, y me molestaban los olores, y de pronto se me habían quitado las ganas de fumar y de tomar té. ¡Mi té! Los que me conocen saben que no soy nadie sin mi té... ¿Virus estomacal? ¡Ja! Es verdad, no hay que ser muy listo para darse cuenta de lo que estaba pasando... Súmale a ésto que ya hacía como dos semanas que me tenía que haber venido la regla... ¡No era un virus! Era un polizón que se nos había colado en Turquía. Debimos poner una cara muy rara cuando vimos las dos rallitas en el test, porque el Teo no sabía si tenía que reirse o salir corriendo. Y es que, de verdad, ¡no podía ser! Ahora entiendo algunas cosas de la Biblia...

En principio los planes continuaban adelante, solo era necesaria saber cuándo tocaban las pruebas más importantes y hacrlas allí dónde estuviésemos. Gracias a Daniela, nuestra ángel de la guarda, nos pusimos en contacto con la comadrona y nos dijo que la prueba más importante era el triple screening, una combinación de ecografía y analisis para calcular la probabilidad de Síndrome de Down y ver si hay alguna malformación. Con un poco de suerte lo podíamos hacer en Italia. Pero no hubo suerte y las fechas coincidían con la estancia en Marruecos. Mmmm... La seguridad Social nuestra no tiene cobertura allí y, la verdad, tampoco me hcía mucho tilín meterme con médicos en este pais. Podríamos reducir un poco el tiempo en Marruecos y entrar antes a España. Pero tendríamos que quedarnos al menos dos o tres semanas para tener los resultados...
Cuando las soluciones son tan complicadas es porqué hay una mucho más sencilla que estamos pasando por alto. Estaba claro, volvíamos a Catalunya. Era el mejor motivo del mundo para volver antes de tiempo. Nos fuimos 4 en la Mestral y volvemos 5 ¡Traemos el mejor souvenir que nadie se pueda imaginar! Abriremos la cajita en septiembre.


Y el viaje continua. ¡Siempre continua! Ahora estamos en Tortosa, en el Coll de l'Alb, haciendo un Helpx al ladito de casa hasta que encontremos un lugar propio. Yo, despacito y buena letra. Este embarazo no está siendo tan fácil como el de Teo, pero no me puedo quejar. Espero que en el próximo trimestre la cosa mejore.

jueves, 6 de febrero de 2014

Que se nos acumula la faena...

No está siendo fácil tener conexión en Italia, así que se nos están acumulando las entradas para publicar. Tampoco podemos poner fotos porque las señales son débiles y no se cargan. Ahora estamos en Sardeña. De aqui pensabamos coger un ferry a Barcelona, pero resulta que no lo miramos bien y no salen hasta abril. Así pues tendremos que volver al continente y da alli coger un ferry de Civitavecchia a Barcelona. En cuanto podamos seguimos contando.

Una visita turística poco ortodoxa

Roma. Capital de todo un antiguo imperio, un museo al aire donde cada piedra, cada calle, cada rincón tiene mil historias que contar. Grandes monumentos, espléndidos edificios, bellas esculturas... Y nosotros, desafiando a la Trotamundos, a la Lonely Planet e incluso a la guía que regalaban con El Pais, hemos empezado nuestra visita a Roma por... ¡El museo de zoología! A Raúl le hacía gracia verlo y tenemos que alegar además a nuestro favor que estaba lloviendo. El museo no es gran cosa teniendo en cuenta que Roma es una gran ciudad, pero a Teo le ha encantado, sobretodo la parte de esqueletos, que según él eran todos de dinosaurio. También le han gustado los animales disecados, pero les ha encontrado una pega: no hablan. La girafa, el lobo, el quebrantahuesos, las ardillas raras (léase castores u ornitorrincos), los guepardos... Ninguno hablaba. Ha recorrido las salas una y otra vez con un ¡mira! a cada instante. Después de comernos los bocatas que nos ha preparado Ana, hemos bajado a una sala dónde había unos puzles gigantes de dinosaurios. Y allí nos hemos encontrado con Marta y su padre. Los peques han estado jugando y al final hemos acabado haciendo un pequeño tour por la ciudad en su coche. Ha sido un verdadero placer conocerlos. Son de esas cosas que hacen que un momento especial se convierta en uno aún más especial. Él es un joven musicólogo especializado en ópera, principalmente de Rossini, si no recuerdo mal. Nos ha contado que su mujer había empezado a trabajar y él se hace cargo de Marta todo el día. Vive a las afueras de la ciudad y siempre busca actividades interesantes para la pequeña.
Nos ha dejado al lado del Colosseo y hemos continuado nuestra ruta turística. El Teo se había dormido en el coche, así que se lo ha perdido. A Raúl le ha gustado muchísimo. Dice que es la construcción más grande que recuerda haber visto. Y es que la verdad es que resulta impresionante. Desde allí caminamos por la via del foro imperiale, con ruinas romanas aquí y allí. La definición de Teo, que se ha despertado cinco minutos antes, ha sido: “Aquí hay muchas construcciones, pero están detruidas. ¿Quien las ha destruido?” Interesante observación.. Continuamos caminando hacia Vittorio Emmanuele. Empezaba ya a anochecer y teníamos que coger el autobús. Entonces, una tortuga Ninja se ha cruzado en nuestro camino. Evidentemente, Teo ha querido ir a saludarla y le ha dado un papel de colores que ponía “Toy Shop”. “¡Mira!¡A lo mejor es de una tienda de juguetes!” dijo el Teo. Y claro está, semejante deducción merece cuanto menos una visita a la tienda. Y de allí ya nos hemos ido a buscar los autobuses que nos llevarían de nuevo a nuestra nueva casa calentita provisional. Hoy Luigi tenía una sorpresa para Teo: una pista de coches. Cuando la abrió le gustó mucho, pero cuando ha visto que era más complicado de lo que pensaba se ha desanimado un poco. Quizás todavía es un poco pequeño, solo es cuestión de tiempo.

¡Llegamos a Roma!

Esta tarde hemos llegado por fin a casa de mi tía Ana Maria en Roma. Hemos pasado Napoles por la autopista y tras varios intentos para salir a la nacional, hemos continuado por autopista hasta el Parque Natural del Circeo, a unos 80 kilometros al sur de Roma. Hemos prado en el centro de informacion del parque y hemos visto una pequeña exposición de animales disecados. Como en España, la crisis se nota especialmente en estos sitios. No funcionaba la calefacción, la mayoria de los animales parecían sufrir un ataque de sarna y donde un día hubo un laguitp con tortugas ahora había un espacio vacío, desconchado y lleno de polvo. No hay presupuesto. Aun suerte que estaba abierto... De alli hemos ido por la carretera que atravesaba el parque al lado del mar. Lástima que estaba lloviendo, porque era un paisaje de lagunas y dunas muy bonito.
Después de este paseo, hemos seguido por la nacional hasta Roma. Ana nos había dado cuatro orientaciones sobre cómo llegar que completamos con el Google maps. Y no, no nos hemos perdido. Increible pero cierto.
Apenas me acordaba del lugar y hemos tenido que pasar un par de veces por la calle para recordar cual era la casa. Nos ha recibido Ana María con su sonrisa andaluza y su acento romano. ¡Qué alegría volvernos a encontrar!. Para mi estar aquí es como volver a la infancia, a aquel verano del 84 tan especial. Y estar con Ana es como estar con una madre, con la mamma
Nos hemos instalado en la mansarda, la buhardilla (Grazie, cara Silvia) . Un apartamento de lujo, calentito, con una cama enorme y una ducha donde nos podremos duchar tranquilamente.
Es más de lo que podíamos imaginar. Abajo ya nos esperaba mi tía para tomar un café y charlar un poco. A la tarde ha venido Luigi y por la noche, la mejor cena que podíamos imaginar, ¡sopita calentita!

Mañana, si la lluvia nos lo permite, iremos a dar un paseo por la ciudad. Ya he estado atrás veces, pero como tengo memoria de pez seguro que me resulta tan nueva como a Raúl.

                                                                                                                  31 enero 2014

Adiós tetita

Ya hace más de tres semanas que el Teo no hace tetita. No ha sido por su voluntad, como nos hubiese gustado, sino por mi necesidad. Los días que es tuvo malito no podía respirar bien y mamaba como buenamente podía. Supongo que la mala postura hizo que se me irritara el pecho. Aguanté hasta que él estuvo mejor y entonces pedí una tregua para poder curarlos con lanolina. Pasaron cuatro días y eso no se arreglaba. Iba a necesitar más tiempo. Entonces pensamos que tal vez era una buena ocasión para dejarlo. La verdad, ya hacía tiempo que me rondaba la idea por la cabeza. Cada vez era más incómodo para los. En la cama dábamos mil vueltas buscando una posturita y sentados en el comedor chocábamos con todo. Además cuando se dormía en el sofá tenía que estarme allí enganchada la hora y pico de la siesta si no quería que se despertara.
Le explicamos que las tetitas estaban malitas y se tenían que curar. Le ha costado bastante pero es un chico fuerte. Hemos pasado por un verdadero síndrome de abstinencia. A la hora de dormir lloraba pidiendo de todo: agua, fresas, queso, una peli, chocolate, salir fuera, subir arriba, bajar abajo, una chuche... Pero sabíamos que en realidad lo único que quería pedir era tetita. Sabía perfectamente que no le podía dar, y por eso pedía todo lo demás. Para intentar compensar, mimos, mimos y más mimos. Yo me sentía un poco mal, sobretodo cuando ya estaba curada. No se mentirle, ni siquiera mentirijillas de broma y mi único argumento era que me parecía que ya no había lechita. “¿Y cómo voy a tomar lechita ahora?” Ffffffff... Lo único que me tranquiliza es que el pacto era tomar tetita hasta que alguno de los dos no quisiera más. Quiero pensar que de algún modo también es una forma natural de dejar el pecho, claro que aquí quien sale perdiendo es el pequeño.

Han sido más de dos años y ocho meses. No diré que me parece suficiente, porque no creo que haya un tope en esto. Me ha encantado hacerlo y estoy muy contenta de haberle podido dar este precioso regalo a Teo.
Y no sé si es casualidad o tiene algo que ver con esto, pero Teo ha cambiado muchísimo desde que no toma el pecho. Está más hablador, más activo y mucho más cariñoso. Se despierta por la mañana sonriendo y acariciándome la cara mientras me dice “Tú eres buena” o “Tú eres guai”. Y yo me derrito... Raúl dice que ahora nuestra casa parece la autocaravana de Pin y Pon. Ji,ji...

Bueno, espero que la cabecita y el corazón de Teo estén tranquilos y entienda y aepte lo que ha pasado. Como me dijo mi cuñada, tengo que pensar que hemos cambiado cariño por más cariño.

domingo, 2 de febrero de 2014

Vacaciones en Roma

Hemos pasado unos poquitos dias en Roma. Tenemos algunas entradas pendientes de publicar, pero es que ha habido una tormenta impresionante, la ciudad se ha colapsado e internet no funciona correctamente. Asi pues, cuando podamos actualizaremos el blog.
Para resumir, han sido unos dias muy especiales de buena compania, un buen techo y muy buena comida. Nos vamos con las pilas recargadas para hacer nuestro ultimo tramo. Hay cambio de planes: nos ponemos rumbo a Sardegna y de alli saltaraemos a Catalunya. Volveremos antes de lo previsto por motivos mas que buenos que, si no los sabeis, os los contaremos pronto.

Res mes, que tenemos que marchar ya. Solo una cosa. Nuestros besos mas enormes para Ana Maria y Luigi. Gracias por acogernos, por mimarnos y por cuidarnos. Espero sinceramente que algun dia podamos acogeros nosotros en nuestra casa (cuando la tengamos, claro).
Miles de abrazos! Os queremos mucho!

lunes, 27 de enero de 2014

En la boca del lobo

     Desde el talón de Italia nos hemos dirigido hacia Salerno, en la costa oeste. Como siempre que queremos ver algo de montaña, las nubes se han cachondeado de nosotros, pero ya no se lo tenemos en cuenta... Dimos vueltas y más vueltas para encontrar internet sin mucho éxito y con la poquita información que pudimos recoger nos fuimos hacia Sorrento, una pequeña península cerca de Nápoles y que no sé por qué me parecía a mi que tenía que ser bonito (¿alguna canción pastelosa?).
     Al entrar en la carretera vimos un cartel un poco raro con una autocaravana en un círculo rojo... Preguntamos a un señor si se podía circular y nos dijo "Mah! Sí, si, tranqüilo. Vai, vai..." El carretera estaba colgada al borde de los acantilados, llena de curvas, pero muy bonita. Lástima que ya anochecía y no podíamos ver mucho. Al pasar por un pueblo mediano decidimos parar para dormir. Parchegio de pago por aquí, zona azul por allá. Mejor ir para al puerto. Después de pasar por calles estrechas aguantando la respiración intentando inconscientemente ocupar menos, llegamos al puerto. Allí, una pareja de policías nos "saludaba". Uno dijo algo tan rápido que no lo entendimos, aunque seguro que no nos daba la bienvenida. Al ver que éramos extranjeros fue a buscar a su compañera que nos dijo algo en inglés, que tampoco entendimos. "Aspetta, aspetta. Se parli lentamente posso capirti" les dije yo... Pues resulta que aquel cartel que yo había visto de soslayo decía que las autocaravanas no podían circular de 12'30 de la noche a 6'30 de la madrugada. Como favor nos dejaban quedarnos allí hasta la medianoche y luego, ciao ciao. O volver para atrás. Con carita de pena y poniendo al bambino de argumento les pedimos si podíamos seguir hacia adelante hasta Amalfi, el siguiente pueblo grande. Son dijeron que no, que no, bueno, que sí, tira, tira... Había un aire condescendiente en la respuesta como diciendo "Si te pillan los carabinieri, te aguantas".
    Hicimos el camino con el culillo apretao. Aunque quisiéramos no podíamos dar la vuelta y los coches nos pitaban cabreados. Llegamos finalmente a Amalfi y no había manera de aparcar. A la salida del pueblo había aparcamiento gratis en la cuneta de la carretera. Era de noche y no estábamos en condiciones de seguir buscando. No era el mejor sitio, pero al menos tendríamos vistas al mar al despertar. El itinerario que nos habíamos planteado tenía muy buena pinta, pero decidimos no continuar. No estábamos dispuestos a circular por la noche y tampoco nos hacía gracia hacer la carretera rezando para que no aparecieran los carabinieri detrás de cualquier curva. Tomamos una carretera secundaria y llegamos al otro lado de la península.
     Ahora estamos en Torre de Greco, al ladito de Nápoles. Hemos pasado por Pompeya, pero no hemos entrado porque se tenía que pagar. Queríamos parar pasado Nápoles, pero no hemos podido. No queríamos coger la autopista de pago y la nacional es un caos. Aquí las rotondas son farolas que indican el medio de algo así como una batalla de "tonto el último" y claro, los mamuts como nosotros tenemos las de perder. Encima nos ha caido un tormentón en el parquing y ya es de noche. Así pues, hoy nos quedamos aquí y mañana cogeremos la autopista. Estamos cansados de circular y en Roma nos espera un techo en casa de mi tía Anna María. Un último empujón!

miércoles, 22 de enero de 2014

De Turquía a Italia

Ya hace casi dos semanas que volvimos de España. Hemos vuelto a nuestro sencillo día a día dónde lo básico es lo importante: preparar comida, jugar, comer, buscar un sitio donde dormir e ir haciendo el mantenimiento de la casita. Al llegar de nuevo a Turquía nos encontramos con que el tiempo había cambiado. Ya no hacía tantísimo frío y parecía que hubiésemos cambiado de estación. En un par de días salimos del pais, no sin antes volver a pasar por la misma frontera por la que entramos. Afortunadamente solo tuvimos que enseñar los papeles en tres garitas y cruzar los dedos para que no nos multaran por haber pasado por las autopistas sin pagar. No, no nos multaron...

Grecia la cruzamos por el norte en cinco días. El país nos recibió con un cielo azul y un sol radiante, lástima que sólo duró un par de días, luego nos encontró la lluvia. Fuimos directos por la autopista porque la otra opción eran puertos de montaña. Como siempre que vamos por vías rápidas, a penas vimos nada del país. Además el Teo y yo recaímos del resfriado de las navidades y no estábamos para mucho paseo. Decidimos ir directos a Igoumenitsa, en la costa oeste, desde donde tomaríamos un ferry hasta Italia. Queremos ir a Marruecos desde Genova y pensamos que si nos entreteníamos por Grecia no nos daría tiempo. Quedará apuntado, pués, junto a Turquía y Rumanía, como destino de próximas expediciones. Estamos convencidos de que los paisajes son encantadores y la comida deliciosa (me he quedado con las ganas de una auténtica moussaka). El verano tiene que ser abrasador pero la primavera promete por estas tierras.

En Igoumenitsa compramos los billetes del ferry a Brindisi. Tuvimos la tentación de cambiar el destino y tomar el ferry a Ancona, unos 500 km más al Norte y por lo tanto más cerca de Génova. Pusimos en la balanza la situación. A favor teníamos el precio. Costaba 20 € más pero en gasolina nos gastaríamos por lo menos 4 veces más. Además nos podía pillar de camino Reggio Emilia, donde hay una de las escuelas más famosas de la República. En contra, nos íbamos directo a latitudes más frías y por el sur anunciaban máximas de 18º. Además tendríamos que pasar por los Alpes a principios de Enero. Nos perdíamos la zona de Taranto por la que yo tenía especial curiosidad ( por lo del baile de la tarantella, llamadme friqui) y no pasaríamos por Roma. La cosa no estaba fácil, pero lo de los 18º nos compró!


Pasamos la noche durmiendo en el suelo del salón del ferry con un montón de búlgaros. Por la mañana, en marcha! De momento hemos dado la vuelta por todo el tacón de Italia. El paisaje es evidentemente mediterraneo. Por los caminos, olivos, chumberas, muros de piedra seca y refugios de pastor aquí y allá. Los pueblos costeros están llenos de villas señoriales de principios de siglo XX y en las ciudades abundan los edificios renacentistas. Todo junto tiene un aire que me encanta. Desde aquí subiremos por la costa oeste hacia Roma, aunque aún no sabemos muy bien por dónde. Calculamos que podemos llegar en un par de semanas. De momento disfrutaremos de la buena temperatura del sur (a pesar del viento y las lluvias).

miércoles, 15 de enero de 2014

Una Navidad diferente

 Por primera vez en mucho tiempo, las navidades han tenido un poco de sentido. Nos hemos saltado los dos meses de lucecitas, publicidad agresiva y sus falsos buenos deseos. Cada año, a finales de diciembre, empezábamos a estar un poquito cansados. Reuniones familiares porque sí, excesos de comida porque sí, excesos de regalos porque sí... Creo que no éramos los únicos que, una vez llegado el día de reyes, decíamos algo así como: “Qué ganitas tenía de que pasaran ya las fiestas...”
Este año, en cambio, las reuniones familiares tenían sentido. Hacía muchos días que no veíamos a la familia y teníamos muchas ganas de que Teo los volviera a encontrar, especialmente a sus primos que han crecido un montón desde que marchamos. Hemos ido un poco locos de aquí para allá, durmiendo en casas diferentes para que todas las yayas estuvieran contentas. Muchas mañanas Teo se despertaba diciendo “¿Dónde estamos?”, pero creo que valió la pena.

Con el tema de comilonas, la cosa ya llevaba una tendencia hacia la coherencia desde hace algunos años. Recuerdo que cuando era pequeña la cena de navidad podía consistir fácilmente en sopa de galets de primero, y de segundo, bandejones de gambas, gambots, cangrejotes de patas largas, mejillones rellenos y almejas a la marinera... Todo ello después de un pica-pica de canapés variados, espárragos navarros, jamón del bueno, ensalada de la casa y según los años, cóctel de gambas. Ah! Y claro está, de postre, para acabarlo de rematar, los turrones y polvorones. Y al día siguiente, chispa más o menos a la hora de comer, pero en versión carne. Y claro, entre fiesta y fiesta, tampoco podías dejar descansar mucho a tu estómago porque tocaba comerse todo lo que había quedado de los días anteriores...

Este año las comidas han sido más normales, platos más sencillos pero igual o más deliciosos. Y en cantidades normales. Bueno, una excepción: la hornada del tito Paulino y la tita Meli por San Esteban. Yo no sé cuántos animales (muertos, claro está) metieron en el horno de piedra, pero sobró más de la mitad. Imaginaos cómo sería el piscolabis de antes. Pero hay algunas cosas imposibles en este mundo, como que el agua se convierta en petróleo o que la tita Meli se quede corta en una comida. Oh! Mención especial al bacalao con alioli que se curró la yaya Carmen y la súper paella de la Vero por reyes. ¡Por favor, qué cosa más rica!¡Esto es lujo y lo demás son tonterías! Y es que no hemos necesitado esas mariscadas, ni ponernos requeteguapos para sentarnos en la mesa. El simple hecho de poder estar juntos ha convertido esta navidad en algo especial.

Y finalmente tenemos el tema regalets. Acordamos que los pequeños tomaban el relevo y los adultos dejábamos de recibir. Bueno, nosotros hemos sido una excepción, porque nos pagaron los billetes. La cosa se ha repartido entre el Tió y los Reyes. Eso y un montón de pequeños “extras” por parte de las abuelas cada vez que entrábamos en alguna tienda de juguetes. Pero después de 8 meses sin ver al nieto no se les puede decir que no. El Teo estaba alucinado y nos temíamos que no quisiese volver a su casita con ruedas. Pero los últimos días ya empezó a decir que tenía ganas de ir a la autocaravana.
Y a parte de todo esto, nuestros días por España (todavía) han estado envueltos de un halo de fiebre, mocos, cagarrinas, tos y estornudos en la familia. Como fichas de dominó, hemos ido cayendo uno por uno. En el momento de marchar se habían salvado 5 de 15, pero no sabemos si durante estos días han acabado de pillarla. Nos temíamos que fuera un virus que hubiéramos traido nosotros, porque realmente era muy fuerte, pero nos dijeron que había más gente con virus así de resistentes. No nos hemos puesto malos en todo el viaje y cuando el Teo se ha puesto malito alguna vez, en un par de días está perfectamente. Esta vez, en cambio estuvo dos semanas o más.

Esto y la disposición de las fiestas en la semana nos ha dejado poco tiempo para dedicar a los amigos. Han quedado pendientes cafés y zumos con Marta, Manolo, Leyre, Uriel, Sandra, Sergio, Berta, Núria, Laura, Joan, Claudi, Isidro, Carol, Carlos, la pequeña Inés, Susanna, todos los amigos de L'espaiet, y muchos más que esperamos encontrar esta primavera. Seguro que lo entienden.





Y mientras todo esto pasaba en Barcelona y alrededores, en Istanbul la Atlanta convertía la autocaravana en su palacio. Se quedó con la familia de Umran, una nueva amiga, y aunque al principio parecía un poco triste, no tardó en encontrarse como en casa. La prueba está en que cuando llegamos no nos hizo ningún caso y se volvió loca cuando por la mañana vió al padre de Umran sacar a pasear a sus perritos. Ya lo comentamos antes, pero no nos cansaremos de darles las gracias por todo lo que han hecho por nosotros sin a penas conocernos. Ha sido un verdadero regalo de Navidad! Nuestros más sinceros deseos de felicidad y buena suerte para todos ellos. Y a toda nuestra familia y amigos, un montón de besos!