Ya hace casi dos semanas que volvimos
de España. Hemos vuelto a nuestro sencillo día a día dónde lo
básico es lo importante: preparar comida, jugar, comer, buscar un
sitio donde dormir e ir haciendo el mantenimiento de la casita. Al
llegar de nuevo a Turquía nos encontramos con que el tiempo había
cambiado. Ya no hacía tantísimo frío y parecía que hubiésemos
cambiado de estación. En un par de días salimos del pais, no sin
antes volver a pasar por la misma frontera por la que entramos.
Afortunadamente solo tuvimos que enseñar los papeles en tres garitas
y cruzar los dedos para que no nos multaran por haber pasado por las
autopistas sin pagar. No, no nos multaron...
Grecia la cruzamos por el norte en
cinco días. El país nos recibió con un cielo azul y un sol
radiante, lástima que sólo duró un par de días, luego nos
encontró la lluvia. Fuimos directos por la autopista porque la otra
opción eran puertos de montaña. Como siempre que vamos por vías
rápidas, a penas vimos nada del país. Además el Teo y yo recaímos
del resfriado de las navidades y no estábamos para mucho paseo.
Decidimos ir directos a Igoumenitsa, en la costa oeste, desde donde
tomaríamos un ferry hasta Italia. Queremos ir a Marruecos desde
Genova y pensamos que si nos entreteníamos por Grecia no nos daría
tiempo. Quedará apuntado, pués, junto a Turquía y Rumanía, como
destino de próximas expediciones. Estamos convencidos de que los
paisajes son encantadores y la comida deliciosa (me he quedado con
las ganas de una auténtica moussaka). El verano tiene que ser
abrasador pero la primavera promete por estas tierras.
En Igoumenitsa compramos los billetes
del ferry a Brindisi. Tuvimos la tentación de cambiar el destino y
tomar el ferry a Ancona, unos 500 km más al Norte y por lo tanto más
cerca de Génova. Pusimos en la balanza la situación. A favor
teníamos el precio. Costaba 20 € más pero en gasolina nos
gastaríamos por lo menos 4 veces más. Además nos podía pillar de
camino Reggio Emilia, donde hay una de las escuelas más famosas de la
República. En contra, nos íbamos directo a latitudes más frías y
por el sur anunciaban máximas de 18º. Además tendríamos
que pasar por los Alpes a principios de Enero. Nos perdíamos
la zona de Taranto por la que yo tenía especial curiosidad ( por lo
del baile de la tarantella,
llamadme friqui) y no pasaríamos por Roma. La cosa no estaba fácil,
pero lo de los 18º nos compró!
Pasamos la noche
durmiendo en el suelo del salón del ferry con un montón de
búlgaros. Por la mañana, en marcha! De momento hemos dado la vuelta
por todo el tacón de Italia. El paisaje es evidentemente
mediterraneo. Por los caminos, olivos, chumberas, muros de piedra
seca y refugios de pastor aquí y allá. Los pueblos costeros están
llenos de villas señoriales de principios de siglo XX y en las
ciudades abundan los edificios renacentistas. Todo junto tiene un
aire que me encanta. Desde aquí subiremos por la costa oeste hacia
Roma, aunque aún no sabemos muy bien por dónde. Calculamos que
podemos llegar en un par de semanas. De momento disfrutaremos de la
buena temperatura del sur (a pesar del viento y las lluvias).
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