lunes, 27 de enero de 2014

En la boca del lobo

     Desde el talón de Italia nos hemos dirigido hacia Salerno, en la costa oeste. Como siempre que queremos ver algo de montaña, las nubes se han cachondeado de nosotros, pero ya no se lo tenemos en cuenta... Dimos vueltas y más vueltas para encontrar internet sin mucho éxito y con la poquita información que pudimos recoger nos fuimos hacia Sorrento, una pequeña península cerca de Nápoles y que no sé por qué me parecía a mi que tenía que ser bonito (¿alguna canción pastelosa?).
     Al entrar en la carretera vimos un cartel un poco raro con una autocaravana en un círculo rojo... Preguntamos a un señor si se podía circular y nos dijo "Mah! Sí, si, tranqüilo. Vai, vai..." El carretera estaba colgada al borde de los acantilados, llena de curvas, pero muy bonita. Lástima que ya anochecía y no podíamos ver mucho. Al pasar por un pueblo mediano decidimos parar para dormir. Parchegio de pago por aquí, zona azul por allá. Mejor ir para al puerto. Después de pasar por calles estrechas aguantando la respiración intentando inconscientemente ocupar menos, llegamos al puerto. Allí, una pareja de policías nos "saludaba". Uno dijo algo tan rápido que no lo entendimos, aunque seguro que no nos daba la bienvenida. Al ver que éramos extranjeros fue a buscar a su compañera que nos dijo algo en inglés, que tampoco entendimos. "Aspetta, aspetta. Se parli lentamente posso capirti" les dije yo... Pues resulta que aquel cartel que yo había visto de soslayo decía que las autocaravanas no podían circular de 12'30 de la noche a 6'30 de la madrugada. Como favor nos dejaban quedarnos allí hasta la medianoche y luego, ciao ciao. O volver para atrás. Con carita de pena y poniendo al bambino de argumento les pedimos si podíamos seguir hacia adelante hasta Amalfi, el siguiente pueblo grande. Son dijeron que no, que no, bueno, que sí, tira, tira... Había un aire condescendiente en la respuesta como diciendo "Si te pillan los carabinieri, te aguantas".
    Hicimos el camino con el culillo apretao. Aunque quisiéramos no podíamos dar la vuelta y los coches nos pitaban cabreados. Llegamos finalmente a Amalfi y no había manera de aparcar. A la salida del pueblo había aparcamiento gratis en la cuneta de la carretera. Era de noche y no estábamos en condiciones de seguir buscando. No era el mejor sitio, pero al menos tendríamos vistas al mar al despertar. El itinerario que nos habíamos planteado tenía muy buena pinta, pero decidimos no continuar. No estábamos dispuestos a circular por la noche y tampoco nos hacía gracia hacer la carretera rezando para que no aparecieran los carabinieri detrás de cualquier curva. Tomamos una carretera secundaria y llegamos al otro lado de la península.
     Ahora estamos en Torre de Greco, al ladito de Nápoles. Hemos pasado por Pompeya, pero no hemos entrado porque se tenía que pagar. Queríamos parar pasado Nápoles, pero no hemos podido. No queríamos coger la autopista de pago y la nacional es un caos. Aquí las rotondas son farolas que indican el medio de algo así como una batalla de "tonto el último" y claro, los mamuts como nosotros tenemos las de perder. Encima nos ha caido un tormentón en el parquing y ya es de noche. Así pues, hoy nos quedamos aquí y mañana cogeremos la autopista. Estamos cansados de circular y en Roma nos espera un techo en casa de mi tía Anna María. Un último empujón!

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