Ya hace más de tres semanas que el Teo
no hace tetita. No ha sido por su voluntad, como nos hubiese gustado,
sino por mi necesidad. Los días que es tuvo malito no podía
respirar bien y mamaba como buenamente podía. Supongo que la mala
postura hizo que se me irritara el pecho. Aguanté hasta que él
estuvo mejor y entonces pedí una tregua para poder curarlos con
lanolina. Pasaron cuatro días y eso no se arreglaba. Iba a necesitar
más tiempo. Entonces pensamos que tal vez era una buena ocasión
para dejarlo. La verdad, ya hacía tiempo que me rondaba la idea por
la cabeza. Cada vez era más incómodo para los. En la cama dábamos
mil vueltas buscando una posturita y sentados en el comedor
chocábamos con todo. Además cuando se dormía en el sofá tenía
que estarme allí enganchada la hora y pico de la siesta si no quería
que se despertara.
Le explicamos que las tetitas estaban
malitas y se tenían que curar. Le ha costado bastante pero es un
chico fuerte. Hemos pasado por un verdadero síndrome de abstinencia.
A la hora de dormir lloraba pidiendo de todo: agua, fresas, queso,
una peli, chocolate, salir fuera, subir arriba, bajar abajo, una
chuche... Pero sabíamos que en realidad lo único que quería pedir
era tetita. Sabía perfectamente que no le podía dar, y por eso
pedía todo lo demás. Para intentar compensar, mimos, mimos y más
mimos. Yo me sentía un poco mal, sobretodo cuando ya estaba curada.
No se mentirle, ni siquiera mentirijillas de broma y mi único
argumento era que me parecía que ya no había lechita. “¿Y cómo
voy a tomar lechita ahora?” Ffffffff... Lo único que me
tranquiliza es que el pacto era tomar tetita hasta que alguno de los
dos no quisiera más. Quiero pensar que de algún modo también es
una forma natural de dejar el pecho, claro que aquí quien sale
perdiendo es el pequeño.
Han sido más de dos años y ocho
meses. No diré que me parece suficiente, porque no creo que haya un
tope en esto. Me ha encantado hacerlo y estoy muy contenta de haberle
podido dar este precioso regalo a Teo.
Y no sé si es casualidad o tiene algo
que ver con esto, pero Teo ha cambiado muchísimo desde que no toma
el pecho. Está más hablador, más activo y mucho más cariñoso. Se
despierta por la mañana sonriendo y acariciándome la cara mientras
me dice “Tú eres buena” o “Tú eres guai”. Y yo me
derrito... Raúl dice que ahora nuestra casa parece la autocaravana
de Pin y Pon. Ji,ji...
Bueno, espero que la cabecita y el
corazón de Teo estén tranquilos y entienda y aepte lo que ha
pasado. Como me dijo mi cuñada, tengo que pensar que hemos cambiado
cariño por más cariño.
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