Roma.
Capital de todo un antiguo imperio, un museo al aire donde cada
piedra, cada calle, cada rincón tiene mil historias que contar.
Grandes monumentos, espléndidos edificios, bellas esculturas... Y
nosotros, desafiando a la Trotamundos, a la Lonely Planet e incluso a
la guía que regalaban con El Pais, hemos empezado nuestra visita a
Roma por... ¡El museo de zoología! A Raúl le hacía gracia verlo y
tenemos que alegar además a nuestro favor que estaba lloviendo. El
museo no es gran cosa teniendo en cuenta que Roma es una gran ciudad,
pero a Teo le ha encantado, sobretodo la parte de esqueletos, que
según él eran todos de dinosaurio. También le han gustado los
animales disecados, pero les ha encontrado una pega: no hablan. La
girafa, el lobo, el quebrantahuesos, las ardillas raras (léase
castores u ornitorrincos), los guepardos... Ninguno hablaba. Ha
recorrido las salas una y otra vez con un ¡mira! a
cada instante. Después de comernos los bocatas que nos ha preparado
Ana, hemos bajado a una sala dónde había unos puzles gigantes de
dinosaurios. Y allí nos hemos encontrado con Marta y su padre. Los
peques han estado jugando y al final hemos acabado haciendo un
pequeño tour por la ciudad en su coche. Ha sido un verdadero placer
conocerlos. Son de esas cosas que hacen que un momento especial se
convierta en uno aún más especial. Él es un joven musicólogo
especializado en ópera, principalmente de Rossini, si no recuerdo
mal. Nos ha contado que su mujer había empezado a trabajar y él se
hace cargo de Marta todo el día. Vive a las afueras de la ciudad y
siempre busca actividades interesantes para la pequeña.
Nos ha
dejado al lado del Colosseo y hemos continuado nuestra ruta
turística. El Teo se había dormido en el coche, así que se lo ha
perdido. A Raúl le ha gustado muchísimo. Dice que es la
construcción más grande que recuerda haber visto. Y es que la
verdad es que resulta impresionante. Desde allí caminamos por la via
del foro imperiale, con ruinas romanas aquí y allí. La definición
de Teo, que se ha despertado cinco minutos antes, ha sido: “Aquí
hay muchas construcciones, pero están detruidas. ¿Quien las ha
destruido?” Interesante observación.. Continuamos caminando hacia
Vittorio Emmanuele. Empezaba ya a anochecer y teníamos que coger el
autobús. Entonces, una tortuga Ninja se ha cruzado en nuestro
camino. Evidentemente, Teo ha querido ir a saludarla y le ha dado un
papel de colores que ponía “Toy Shop”. “¡Mira!¡A lo mejor es
de una tienda de juguetes!” dijo el Teo. Y claro está, semejante
deducción merece cuanto menos una visita a la tienda. Y de allí ya
nos hemos ido a buscar los autobuses que nos llevarían de nuevo a
nuestra nueva casa calentita provisional. Hoy Luigi tenía una
sorpresa para Teo: una pista de coches. Cuando la abrió le gustó
mucho, pero cuando ha visto que era más complicado de lo que pensaba
se ha desanimado un poco. Quizás todavía es un poco pequeño, solo
es cuestión de tiempo.
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