martes, 23 de julio de 2013

El tesoro de Tournai



Tournai es una ciudad bonita, llena de edificios históricos y calles adoquinadas. Es una lástima que ql centro no esté cortado al tráfico porque estar pendiente de los coches no te deja pararte a mirar tranquilamente hacia arriba.

Pero no fue esto lo que nos hizo quedar. Cuando volvimos a la auto el primer día conocimos a nuestros vecinos. El primero en presentarse fue Daniel, un camionero francés jubilado que hacía un año y medio que vivía en el parking de Tournai. Tenia su autocaravana en venta y se había comprado un autobús de segunda mano que estaba transformando poco a poco. Tenía todo calculado y su autobús se convertiría en una autocaravana de lujo por un precio diez veces menor al de la mítica Concord (tranquilos, yo tampoco sé cómo es, pero seguro que es una bestialidad). Después conocimos a Didier. Hacía cosa de un año que habia cedido su casa a su hija y él se había ido a vivir a la auto. Y más tarde apareció Cederic, un camionero de nuestra edad que aparcaba el camión allí.


Además tenia su auto al lado de la de Didier y su casa a tres minutos. Raúl les preguntó dónde comprar un gato de segunda mano, que el nuestro se había roto al cambiar las ruedas de alante porque una se había gastado más que la otra. En un momento todos se pusieron a mirar la auto por todos lados teorizando sobre las posibles causas: la dirección, un choque del antiguo dueño, un bordillo mal subido... Didier nos regaló un gato y se ofreció a mirar la dirección y arreglarla, porque sí. El tercer día de estar allí nos levantamos pronto porque Didier vendría con sus herramientas. Desmontaron las ruedas, martillazos por aquí, tuercas por allá, y la dirección arreglada. A la tarde llegó Cederic y con mil gestos nos invitó a cenar el día siguiente: “Tú, tú, el bambino, mañana barbecue en mi casa, todos. Si? Didier, familia, niños...”.



 Fue una cena muy animada y agradable. Además de Didier, Cederic y nosotros, estaba la compañera de Cederic, Patrice, que resultó ser la ex de Didier, y la hija de Didier con su compañero y su hijo Luka, de la edad del Teo. Francia, Bélgica y España compartiendo salchichas y hablando de lo diferente y lo común de cada pais.



Sé que suena cursi, pero estas cosas son las que hacen que no se pierda la esperanza en la especie humana. Que alguien que te conoce de hace unas horas se ofrezca a arreglarte el coche o te abra las puertas de su casa porque sí, es un verdadero regalo, un verdadero tesoro. Me encantaría que algún día pudiéramos devolverles el gesto. Ya saben dónde encontrarnos. Los esperaremos con los brazos y el corazón abiertos.





1 comentario:

  1. petite pensée des tournaisiens!
    Cédric, Didier, Patricia et les enfants
    en vous souhaitant une bonne continuation de voyage

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