Brugge sin brujas
Nos contaron que Bélgica se divide en
dos; la parte pobre y la parte rica. O lo que es lo mismo, la parte
francesa y la parte flamenca. En la carretera hacia Brugge lo vimos
perfectamente. El firme de la autopista estaba hecho polvo, lleno de
agujeros y grietas, hasta que de repente, pluf! Liso y perfecto.
Miramos a la derecha y vemos el cartel que pone; “Bienvenidos a
Flandes”
Siempre me había imaginado que Brujas
sería una ciudad misteriosa y esotérica. Callejones estrechos,
amuletos en las puertas, siluetas de gatos negros por las esquinas...
Pero no vimos nada de eso. Es una hermosa ciudad, pero estaba
llenísima de gente. Ha coincidido que era fin de semana, encima se
celebraba la fiesta nacional y para más inri, el domingo había la
ceremonia de cambio de trono en la monarquía. No se muy bien por
qué, pero cada vez me atraen menos las ciudades. Y a Raul ni te
cuento. Admiro esos edificios ricamente trabajados pero a la vez
pienso en aquellos que los construyeron y de los que no se habla, en
los míseros sueldos que debían recibir, en los que quizás incluso
murieron. Y aún me crispo más cuando se trata de edificios
religiosos.
Lo que más nos sorprendió de Brujas
fue un parque que encontramos cerca del camping donde estuvimos. Era
un megacircuito de entrenamiento hecho con cuerdas, pneumáticos y
mangueras de bombero recicladas. También unos puestos en el mercadillo que vendían los productos de la teletienda con el mismo ímpetu y trucos de la tele.
Desde Brujas fuimos hacia el Norte, en
busca del mar que empezábamos a añorar. Nos habían dicho que en el
límite con Holanda había un parque natural que valía la pena
visitar, Het Zwim. Era una de las pocas zonas donde la costa no se
había convertido en una especie de Lloret. Una playa ancha o muy
ancha dependiendo de la marea y que nos recordó un poquito a las que
habíamos visto por Francia. El Teo se trajo de recuerdo un fósil de
diente de tiburón que eran fáciles de encontrar allí. Se lo regaló
una nena alemana que conocimos. Pensábamos que era una historia para
atraer visitantes y ni siquiera nos molestamos en buscarlos. Pero
parece ser que si estás atento y sabes lo que buscas no es muy
difícil conseguir uno. En un paseo esta niña había encontrado
cuatro.
Hola pareja, soy Miguel compañero de Raul. Os escribo para felicitaros por alegrarme estos dias tan calurosos por Amposta.
ResponderEliminarLa verdad que os lo estais pasando en grande, tomo notas para ver si yo tambien puedo escaparme un dia de estos por el mundo.
Continuar y disfrutar habra muchas cosas que contar a la vuelta.
Hasta pronto
Besos desde el Delta.