miércoles, 7 de agosto de 2013

De puerto en puerto

     Al entrar en Holanda, o Nederland, o Paises Bajos, aún no lo tenemos claro, teníamos dos opciones: visitar Amsterdamm o visitar a Laura. Estaba claro. Ciudades para pasear las iremos encontrando todo el año. Sonrisas conocidas, no. Asi pues, después de una tarde de investigación para averiguar dónde estaba (gracias, Filippo!), cogimos la autopista en dirección a Stavoren. Antes pasamos la noche en Terneuzen, una ciudad portuaria que no prometía mucho. Salimos a dar una vuelta por el lado del canal y, mira tú qué gracia, un perro nadando en el canal. ¿Un perro?


¡No! ¡Era una foca! ¡Una foca! ¡Qué ilusión! Luego encontramos una playa la mar de bonita y al día siguiente descubrimos que el pueblo era una monada.














  Después de comer un pescaíto fresco del mercado emprendimos el camino a casa de Laura. Pasamos por Anveres, o mejor dicho, por debajo de Anveres, también por Breda y seguramente cerca de pueblos bonitos. Pero viajar por autopista tiene muy poca gracia. Te puedes recorrer medio pais y no ver absolutamente nada. ¿Quereis creer que todo este tiempo solo hemos visto dos molinos?
Hay que decir que Laura no sólo trabaja de marinera en un barco, sino que vive allí. Tenía trabajo de pintura, así que hemos aprovechado para


echarle una mano. Teo ha flipado. Para él ha sido como estar en un parque de atracciones. Cuerdas, escalones, manivelas, herramientas, un timón gigante... No había manera de sacarlo de allí. Laura nos ha explicado un montón de secretos del barco y de los mares de por aquí. Y es que no entendíamos cómo podía ser que las playas fueran de agua dulce, ni qué era eso de que habían ganado terreno al mar. Ahora ya lo sabemos. Resulta que... bueno, si alguien quiere saberlo ya se lo contaremos otro día que nos veamos.



1 comentario:

  1. QUe blog mas chulo familia! Me ha encantado. Asi como me encanto veros.
    Saludos desde Stavoren! Y seguid inspirando felicidad! Gracias.
    Laura Pastor

    ResponderEliminar