martes, 3 de septiembre de 2013

Una receta polaca

     Rafal, amante de la cocina mediterranea, nos explicó irónicamente que la cocina polaca consistía básicamente en tres cosas: patatas, col y carnes ahumadas. Muchos años de guerra y austeridad posiblemente hayan determinado ese carácter culinario, pero también hay que pensar que la gastronomía de cada país nace a partir de lo que da su tierra. Aquí el verano acaba pronto y el frío no permite que la tierra dé para mucho más si no se dispone de un lugar cubierto. Y pensando pensando se me ocurre que en España puede que nos pase algo parecido. Con una cebolla, un tomate, un ajo y algo más se hacen muchos platos, a cual mejor. De todos modos, creo que exageró, porque mirando los libros de recetas he visto cosas muy apetitosas. Y aquí os dejo una de un plato fácil de hacer que preparó Agnes. A Teo le encantó. Curiosamente no lleva ni patata, ni col ni carne.


Pierogi Leniwe

450g de mató
200g de harina
un pellizco de sal
pan rallado
mantequilla
agua
azúcar




Mezclar el queso con la harina y la sal hasta que quede homogéneo (Agnes lo hizo con la Thermomix, pero se puede hacer a mano). Formar un churro de unos 4 cm de diámetro y cortarlo en diagonal a trozos. Quedan como unos rombos del tamaño de una cajilla de cerillas.
Ir echando los trozos en una olla al fuego con agua hirviendo´y sacarlos a medida que vayan subiendo a la superfície, como los gnoquis. Mientras tanto, en una sartén fundir la mantequilla y echar pan rallado hasta hacer una especie de papilla. Remover hasta que este dorado y verter esta pasta sobre los pierogi removiendo para que queden todos impregnados.

Este plato se sirve con azúcar y crema agria. Yo me los imaginé con mermelada de tomate y creo que también estaría buenísimo, incluso con algo salado.

Y ahora viene lo que más interesante del plato. Es un primer plato o un plato principal, no un postre. Y es que, como ya he comentado alguna vez, viajar desmonta prejuicios. Siempre había pensado que un plato dulce no podía ser una comida “normal”. Al parecer es algo bastante habitual aquí. ¡La de disgustos que se ahorrarían las madres si dejaran a los niños comerse las natillas antes de la sopa! Bien pensado, al fin y al cabo, todo se mezcla una vez dentro...


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