El sábado pasado dejamos la casa de
Vanovice y nos fuimos hacia la frontera con Eslovaquia. En un
principio íbamos a quedarnos dos semanas, pero está haciendo más
frío del que nos imaginábamos y tenemos que darnos un poco de brío
para ir hacia el sur. Tenemos que confesar que al principio no nos
encontramos muy a gusto en este sitio.
Una nueva casa con normas diferentes, hábitos diferentes y costumbres no siempre compatibles con las nuestras. Al principio no nos pareció un sitio muy acogedor. Sentíamos que pasaban un poco de nosotros. La manera que tenían de criar a los pequeños de la casa tenía poco que ver con la nuestra. Siempre había gritos, llantos, chantajes, miedos y más de una colleja de “por si a caso”. Yo no tenía ninguna tarea asignada y iba pululando por la casa mirando como jugaban los peques. Me ofrecía para ayudar en la cocina o con cosas de la casa, pero siempre me decían que no. Un par de días recogí manzanas y nueces y otro par barnicé unas bigas. Pero poca cosa más. Raúl fue el encargado de ganarnos las garrofas cortando leña, trasladando runa, barnizando la mayor parte de las bigas de la buhardilla. Casi nunca comíamos todos juntos y la cena nos la teníamos que apañar nosotros. Por otra parte, el tiempo no acompañaba. Prácticamente todos los días llovió y hacía mucho frío. No podíamos salir a dar una vuelta, aunque para Teo no era ningún problema. Se pasaba gran parte del día viendo dibujos checos en el ordenador y cuando no, estaba jugando con los miles de coches y excavadoras que tenían Felix y Vitek.
Una nueva casa con normas diferentes, hábitos diferentes y costumbres no siempre compatibles con las nuestras. Al principio no nos pareció un sitio muy acogedor. Sentíamos que pasaban un poco de nosotros. La manera que tenían de criar a los pequeños de la casa tenía poco que ver con la nuestra. Siempre había gritos, llantos, chantajes, miedos y más de una colleja de “por si a caso”. Yo no tenía ninguna tarea asignada y iba pululando por la casa mirando como jugaban los peques. Me ofrecía para ayudar en la cocina o con cosas de la casa, pero siempre me decían que no. Un par de días recogí manzanas y nueces y otro par barnicé unas bigas. Pero poca cosa más. Raúl fue el encargado de ganarnos las garrofas cortando leña, trasladando runa, barnizando la mayor parte de las bigas de la buhardilla. Casi nunca comíamos todos juntos y la cena nos la teníamos que apañar nosotros. Por otra parte, el tiempo no acompañaba. Prácticamente todos los días llovió y hacía mucho frío. No podíamos salir a dar una vuelta, aunque para Teo no era ningún problema. Se pasaba gran parte del día viendo dibujos checos en el ordenador y cuando no, estaba jugando con los miles de coches y excavadoras que tenían Felix y Vitek.
Pero a medida que fueron pasando los
días nos fuimos acostumbrando los unos a los otros y creo que todos
nos sentíamos más a gusto. El último día pude charlar un ratito
con Kate mientras pelábamos manzanas. Me explicó que todo lo que
sabe de la cocina lo aprendió de su madre, que a su vez lo aprendió
de su abuela, y eso es algo muy común en todas las famílias. Saben
un montón sobre setas, bayas y cómo conservar los alimentos. Cuando
salen a pasear llevan siempre una cesta y nunca vuelven del bosque
con ella vacía. Con cada generación se amplía la lista de
conocimientos. En cierto modo nosotros contribuimos humildemente en
esa ampliación. Encontramos rovellons y ellos no tienen costumbre de
cogerlos. Ahora ya conocen una seta más.
Con este Helpx hemos aprendido que
necesitamos un tiempo de adaptación y aclarar un poco más las
condiciones cuando hacemos la solicitud de acogida. Para el que acoge
tampoco debe de ser fácil. De un día para otro prácticamente se
duplica el número de personas en la casa, y no es un hostal en el
que tienes las normas escritas en un papel. Es de agradecer
enormemente que alguien esté dispuesto a abrirte las puertas de su
casa sin conocerte y eso es algo que nunca tenemos que olvidar cuando
hacemos este tipo de voluntariado.
Asi que, sobre todo, sobre todo, gracias, Kate, Pavel, Felix y Vitek!!!
Y como curiosidades que hemos
encontrado en el pais, primero, los dibujos checos. Yo recordaba
vagamente unos dibujos raros y a mi hermana diciendo “seguro que
son checos”. Pues sí ¡son raros de cojones! Incluso dan susto...
las imágenes, las músicas, las historias... También nos ha llamado
la atención la cantidad de tiendas de segunda mano. Si yo estaba
contenta con mi anorak de 7 €, flipé cuando Raúl se pudo comprar
una chaqueta guapísima por poco más de un euro. Kate me enseñó
las tiendas que había en la ciudad y en algunas los jueves había
precio especial. Casi todo a 30 coronas ( 1'20€) pero también
algunas cosas por 40 o 80ct. Espero que empiecen a proliferar pronto
estas tiendas por nuestras tierras. Y en general, la sensación de
orden en las calles. Tal vez no es tan chic como en Francia, ni,
repitiendo las palabras de nuestro amigo Dani, tan asquerosamente
perfecto como Suiza, pero no hemos visto ni un papel por la calle. Ah! y una cosa más:¡ las patatas están muy buenas!
Ahora estamos ya en Eslovaquia. Pasamos
fugazmente por Polonia para poder ir a las montañas de Tatras (nos
ha ido bien para gastar los pocos zlotys que nos quedaron). Son
preciosas, pero no nos hemos quitado la lluvia de encima y no se
puede ver nada. Hoy ha salido un poquillo el sol y hemos visto algun
pico nevado. Vamos camino a Budapest. Ya seguiremos contando...
PD: He publicado esto deprisa y corriendo, asi que la próxima vez que pueda conectarme lo revisaré y ondré más fotos, vale?
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