sábado, 12 de octubre de 2013

Y Budapest

En Budapest teníamos una cita con Krisztina. Krisztina dejó su trabajo como aquitecta para dedicarse plenamente a la danza oriental. Desde que nació Teo no había hecho nada de danza y para mí viajar a los paises del Este y poder hacer algo de danza era como un sueño. Gracias a la ayuda de las Farashas pude ponerme en contacto con ella. Enseguida se ofreció para mostrarnos la ciudad y enseñarme lo que ella había aprendido sobre la danza gitana húngara. El primer día fuimos todos juntos a dar un paseo por Budapest. La ciudad está dividida en dos por el río Danubio: Buda y Pest. Paseando por las calles nos explicó más cosas de la ciudad y sobre la época del comunismo. Lo difícil que era salir del país, cómo le quitaron todas las propiedades y el trabajo a su familia, cómo se prohibió la religión y por lo tanto cómo se paganizaron las fiestas religiosas... Cosas que explicada de primera mano se ven realmente absurdas. Pero también nos explicó una de las bondades de ese régimen. En aquel tiempo la baja maternal era de tres años. Ahora es de un año prorrogable hasta dos y se echan las manos a la cabeza cuando se enteran de que en España es de 4 meses, 6 si tienes suerte. Después del paseo hicimos una horita de clase en su precioso estudio: danza gitana húngara. Y al terminar, chino-chano nos volvimos para casa.

(Sed benevolentes con este video. Sólo llevaba 20 minutos de clase...)


Al día siguiente visitamos el castillo de Buda. Montamos en tranvía y fuimos también al antiguo mercado cubierto. Después de comer, segunda y última clase: danzas gitanas de Turquía, Rumanía y Ukraina. Fueron cuatro pinceladas pero mucha información que me ha servido para situar cada paso en su lugar y ver qué cosas de las que hacíamos al bailar tenían sentido y cuales no. Y aunque no hubiera bailado nada, el simple hecho de haber conocido a Krisztina ya hace que haya merecido la pena parar en Budapest. Posiblemente este diciembre irá a Barcelona. Con un poquito de suerte a lo mejor nos podemos volver a encontrar.





El tercer día lo reservamos para darnos un gustazo e ir a las aguas termales de Szecheny. En la ciudad hay más de 1000 baños termales, algunos de la época del imperio turco.
  Escogimos este porque es uno de los más grandes y además es mixto. Es un precioso y lujoso balneario con piscinas interiores y exteriores con aguas a diferentes temperaturas.




 Y lo más sorprendente era el precio. Por menos de 12 euros cada uno, el Teo gratis, podíamos pasarnos el día entero en remojo. Estuvimos unas 3 horas, y salimos porque por poco se queda el Teo dormido dentro del agua. Disfrutó de lo lindo y esta vez no necesitó la primera hora para familiarizarse. Raúl no pudo ni ponerle la chaqueta. En cuanto se giró para cogerla se quedó dormido en el carro.
Nos hubieran faltado uno o dos días más para acabar de ver la ciudad, pero tampoco hay que abusar... Budapest es muy bonita, y no quisiera que pareciera que la menosprecio, pero, así en confianza, con esto de la globalización se están homogeneizando todas las grandes ciudades. Quiero decir, creo que si te taparan los ojos y te soltaran en medio de esta ciudad (o de Praga, o de Dublín, o de Barcelona...) no sabrías bien bien dónde estás, porque podría ser cualquier gran ciudad europea. H&M, Starbuck's Cafe, Zara, Spar, Orange, gente hablando en todos los idiomas, autobuses turísticos rojos, masaje de pies con pececillos que se comen las pielecillas... Las mismas piezas colocadas de manera ligeramente distinta. Bueno, quizás es que ya es hora que nos vayamos pa'l monte, ¿no?


No hay comentarios:

Publicar un comentario