Hasta ahora no habíamos tenido ningún
problema en las fronteras. En la Europa del Oeste los pasos de
frontera eran como mucho unas garitas abandonadas. A veces la
frontera se limitaba a un cartel con el nombre del nuevo país y
otras veces no nos dábamos cuenta de que habíamos cambiado de país
hasta que veíamos alguna señal escrita en otro idioma. La primera
vez que nos pidieron los pasaportes fue en la frontera entre
Eslovaquia y Rumania, tanto para salir de un pais como para entrar en
el otro. Al salir de Rumanía la garita estaba totalmente desierta,
pero al entrar en Bulgaria también nos pidieron los pasaportes y
tuvimos que comprar la viñeta para circular allí mismo. Igualmente
tuvimos que enseñarlos para salir de Bulgaria y entrar en Grecia.
Siempre el mismo ritual. Miran los pasaportes, leen nuestros nombres
con una pronunciación exótica y miran por la ventanilla o desde la
puerta para ver si está el Teo y, ya de paso, cotillear un poco.
Cuando ven que somos de España siempre hay algún comentario
futbolístico sobre el Barça y el Madrid o sobre Valverde (suponemos
que hay algún deportista con el mismo apellido). Nos hacemos un poco
los tontos, jiji, jaja y les seguimos la broma.
Por eso la movida que hemos tenido hoy
para entrar en Turquía nos ha pillado por sorpresa. Cuando planeamos
el viaje no teníamos pensado salir de Europa y hasta hoy no habíamos
tomado conciencia de que, claro, Turquía ya no es Europa. Paramos,
enseñamos los pasaportes y nos mandan a pagar un visado. 15 € por
cabeza. Seguimos hacia adelante y encontramos otra barrera. El hombre
de la caseta, una especie de Freddie Mercury con nariz turca nos dice
con señas algo sobre el 2. Buscamos un 2 por alguna parte y
encontramos una taquilla, pero es para salir del pais. Nos manda para
otro lado. Volvemos a preguntar y nos vuelven a enviar para la
barrera de Freddie. ¿A ver si quería decir que no podemos salir
hasta las 2? Pero hemos visto salir camiones por el mismo camino.
Freddie nos mira a lo lejos con cara de "¿estos son tontos o se
lo hacen?" Sale de su refugio y nos dice que le sigamos. Nos
lleva a una garita por la que ya habíamos pasado. Raul les explica
que ya hemos enseñado el pasaporte y tenemos el visado. No, falta
enseñar la carta verde. El carnet de conducir internacional querrán
decir... No, el papelito verde del seguro que nosotros no tenemos.
Merda! ¿Y ahora qué? No estábamos seguros de que la póliza
tuviera cobertura fuera de Europa. Nos dicen que si tenemos cobertura
internacional nuestra compañía puede enviar una copia por fax a la
aduana turca. Y si no, pagando, San Pedro canta. Raúl llama a la
compañía. La buena noticia es que sí que tenemos cobertura y nos
pueden mandar una copia de la carta verde. La mala noticia es que la
pueden enviar sólo por correo postal certificado, no por fax. La
otra alternativa era pedir una copia en la oficina de seguros de la
frontera enseñando el recibo del nuestra póliza. Pues toca pagar.
Se va Raúl a hacer las gestiones. En éstas el Teo ya esta muertito
de sueño y pide teta. Pero la cosa va para largo... Entonces suena
el teléfono. Era la chica de la compañía de seguros. Se había
apiadado de nosotros y nos había enviado la dichosa carta por mail.
Despierto al Teo, salimos de la auto y empezamos a buscar al Raúl
por todos los edificios. Parecía una película de Almodóvar,
corriendo para arriba y para abajo con el niño a la cadera
preguntando a la poli si habían visto a mi marido (cuando hace falta
estamos casadísimos), un chico con un jersey rojo. Evidentemente
nadie me entiende. Me manda para allí, para la derecha... Les digo
la palabra "seguro auto" y unos de lospolis me manda para
el Duty Free. Pues voy para allá. Allí está la oficina de seguros
y el banco. Me encuentro al Raúl peleandose con los del banco porque
no le quieren cambiar un billete de 100 euros porque está manchado,
pero si no cambia el dinero no puede pagar a los que hacen la carta
verde. Menos mal que ha habido esta trifulca, porque si no, nos
hubiese costado la broma 65 euros más. Bien, ya estamos los tres
juntos. La carta verde está en su correo. Ahora necesitamos un
ordenador con impresora y una alma caritativa que nos deje usarlos.
Nos mandan al mafioso del banco. ¡Ni de broma! Nos vamos a la
oficina del policía que me mandó al Duty Free a probar suerte. ¡Sí!
No sabemos si nos ha entendido, pero nos deja usar el ordenador.
Mientras el Raúl intenta abrir su correo usando un teclado con las
letras cambiadas de sitio, el poli intenta decirle cosas al Teo. Pero
habla tan fuerte que el Teo se queda callado. "¿No habla?"
me pregunta. Era para decirle, "hombre, usted habla muy fuerte,
lleva un gorro de lana aquí dentro, cosa un poco rara, y tiene una
pistola. Si no fuera necesario tampoco yo le hablaría". Pero
sonreí y me callé.
-¿De donde de España?
-Barcelona
-Ah! Barça!
-(jiji, jaja)
-Aqui, Galatasarai.
-Mmmmm...
Pero el tío se enrolló. Imprimimos el
papelito y no nos cobró nada. Seguimos con la ginkama. Ahora, a
llevárselo al del la caseta 2. ¡Pero hay cambio de turno! Pillamos
por los pelos al que nos atendió primero, pero tiene prisa. Le dice
algo al nuevo funcionario y se va. Ooootra vez, enseñamos
pasaportes, visados, papeles... Al cabo de un cuarto de hora nos
devuelven todo y nos dejan marchar. Ah! De regalo nos daban el
pasaporte de un hombre griego que estaba delante de nosotros...La
oferta del día, supongo.
Volvemos a visitar a Freddie y esta vez
nos deja pasar. Después de unas dos horas, llegamos a Turquía.
Llegamos a la jungla.
En todo esto, la cuarta integrante de
la expedición, Atlanta, ha resultado, como siempre, invisible. Ya
pueden caer chuzos de punta que ella no se mueve de los pies del
asiento del copiloto (es que ahí está la salida de la calefacción).
En ninguna frontera se han dado cuenta de que viaja con nosotros, ni
siquiera la vez que un poli entró para ver si estaba el Teo dentro.
Menos mal, porque mirando su pasaporte hemos visto que sólo es
válido en Europa. ¡Llevamos un polizón a bordo!
(16 noviembre 2013)