viernes, 29 de noviembre de 2013

Últimamente por Turquía...

 Desde la última entrada que pudimos publicar hemos hecho unos cuantos kilómetros por Turquía.



 Afortunadamente, después de la última noche en el precioso rincón de la península de Gallipoli, el día amaneció nublado. Digo afortunadamente porque otro día de radiante sol hubiera sido una tentación para quedarnos allí. Fuimos hacia el puerto donde tomamos el ferry para cruzar el canal de Bogazi hasta Cannakale. Desde allí continuamos rumbo al sur por la costa. Encontramos algunas playas bonitas, pero siempre decoradas con bolsas de basura y latas vacías. Por fin pudimos comprar pescado fresco y Raúl lo cocinó a la brasa en una horno que cavamos en el suelo de la playa. Atravesamos montes de olivos, prados entre montañas y bosques de unos robles que no habíamos visto antes. Pasamos por Troya, la del famoso caballo de madera, pero no entramos porque había que pagar 6 euros cada uno. También pasamos por una Alejandría, con las ruinas del las termas más grandes de Turquía. Por aquí y por allá vamos encontrando restos de edificios griegos. Y es que nos vendría muy bien hacer un repaso de los libros de historia del instituto para saber bien por donde andamos. No sabíamos que aquí encontraríamos tantas ruinas. Pasados unos 300 kilómetros fuimos hacia el interior. Lo que venía de costa estaba lleno de hoteles y nos imaginábamos lo que nos podíamos encontrar.
Menos mal que tomamos esa decisión, porque hoy hemos sabido que están habiendo grandes inundaciones por esa zona. Fuimos hacia el Este hasta llegar a Bergama, donde se encuentra la Acrópolis de Pergamo. ¿Os suena la palabra pergamino? ¡Exacto! Aquí es donde se inventaron y aquí estaba la primera biblioteca de la Antigua Grecia. Nos quedamos una noche y medio día paseando por el barrio antiguo y comprando comida en el bazar. Al Teo le encantó porque en cada sitio que parábamos le regalaban algo: un platano pequeñito, dos mandarinas, una cucharada de miel, trocitos de queso, un puñadito de caramelos... Hasta le regalaron un colgante con un ojito azul típico de aquí. Pudimos andar tranquilamente sin el agobio del "amigo, compra, barato!" de otras ciudades árabes. Y cuando estuvimos en el barrio antiguo,¡Oh! ¡un regalito para mí! Nos encontramos con una boda en medio de una plazuela. A un lado de la plaza, las mujeres sentaditas en sillas de plástico y junto a ellas, la novia con un vestido rojo ajustado ideal para la entrega de los Oscars y el pelo teñido de rubio con un recogido rococó. Al otro, los hombres, sentados en mesas tomando cerveza. Y en el medio un clarinetista y un tambor. De pronto y casi sin mediar palabra los chicos hacen un círculo alrededor del clarinete y se ponen a bailar perfectamente sincronizados. Eran pasos sencillos, parecidos a una danza griega, pero resultaba tremendamente elegante y emotivo. Nos quedamos en un rinconcito. La novia me hizo un gesto de que fuera a bailar, pero ninguna mujer bailaba y tampoco estoy segura de que la forma que hemos aprendido para bailar esos ritmos sea políticamente correcta aquí, en algunos lugares las bailarinas se consideran algo así como prostitutas. Así pues, preferí quedarme sentada con ellas comiendo mandarina y disfrutando hasta que marcharon los músicos.


Y hoy estamos en algún lugar en la montaña. Hemos seguido un cartel marrón, que indican monumentos y cosas por el estilo, y hemos ido a parar a algun sitio con aguas termales. Hemos llegado de noche, así que no tenemos ni idea de lo que es, ni de si más adelante hay algunos baños. Un señor que nos ha visto llegar ha insistido en buscarnos un aparcamiento corriendo de aquí para llá con una linterna y no hemos podido decir que no. Mañana haremos una excursión, a ver qué encontramos.
En cuanto al tiempo, la noche del pescado a la brasa cayó una tormenta increible. La auto se movía como un barco y yo me temía despertar dos pueblos más allá. Desde entonces prácticamente no ha parado de llover. Por suerte no hace nada de frío. Debemos estar a unos 15 grados por el día y unos 12 por la noche. Además hemos tapado la mayoría de las rendijas por donde entraba el frío en la auto y solo encendemos la calefacción un ratito de tanto en tanto hasta la hora de ir a dormir (Ah! Estoy preparando una entrada con las reparaciones y mejoras que hemos hecho en la auto. A ver si puedo publicarla pronto..) Alguna noche incluso hemos tenido calor. Así que, tranquila mama.
Como imaginareis, no está siendo fácil conectarnos a internet. Los pueblos por los que pasamos son muy pequeños y si hay alguna señal, es privada y cerrada. De vez en cuando aparece una tal "TTnet" abierta, pero enlaza a una página con las tarifas de la conexión. Por eso estas parrafadas... La última (y única) vez que nos conectamos fue en un centro comercial que tenía señal.
Bueno, seguiremos buscando.

(26 de noviembre 2013)


No hay comentarios:

Publicar un comentario